martes, 31 de agosto de 2010

TRINIDAD JIMÉNEZ, REGRESO AL FUTURO

Los ciudadanos progresistas de Madrid fueron expoliados hace ocho años. La consecuencia de aquel fraude es que desde entonces soportamos el gobierno autonómico más sectario, retrógrado y beligerante de España; un tea party en versión cañí, adiestrado para vivir en y para la lucha ideológica y la confrontación institucional, y con licencia para casi todo.

El Partido Socialista es el instrumento político de aquella parte de la sociedad que tiene ideas progresistas y de justicia social. El instrumento para llegar al gobierno ganando las elecciones y gobernar después de acuerdo a esas ideas y valores.

Y lo que esos ciudadanos progresistas de Madrid esperan hoy de nosotros es simplemente que cumplamos esa función. Que hagamos lo necesario para restablecer una mayoría electoral y cambiar el gobierno de la Comunidad de Madrid. Que ganemos de una vez para poner fin al desmantelamiento programado de la sanidad pública, a las discriminaciones educativas, al amparo institucional de todas las causas reaccionarias, a la intoxicación sistemática desde la televisión pública regional y a la conversión del Gobierno de Madrid en una maquinaria hostil dedicada a sabotear al Gobierno de España.

A esos ciudadanos les importan un rábano nuestros delicados equilibrios internos. No entienden que el PSOE haya de ser una plataforma de la carrera política de nadie, y les interesan poco las especulaciones sobre un hipotético futuro post-zapatero que parece estar llenando de pájaros algunas cabezas.

Lo que quieren es ver que los tomamos en serio. Que demostremos estar dispuestos de verdad a cambiar las cosas en Madrid, y a hacerlo ya. Y que apartemos de nosotros la tentación de acomodarnos en la oposición o de echar mano de las múltiples excusas disponibles en este momento para quien esté pensando más en sacudirse la responsabilidad de la derrota que en conseguir la victoria.

Quieren que pongamos sobre la mesa lo mejor que tengamos. No lo más cómodo para mantener el status quo interno, no lo que diga el escalafón, sino lo mejor para ganar y para gobernar. No es la hora de pensar en nosotros, sino en los ciudadanos que necesitan que ganemos. Y de pensar como ellos lo harían para elegir al mejor candidato.

Los propios ciudadanos nos lo dicen por múltiples vías: lo dicen cuando hablamos con ellos, y claro, lo dicen también en las encuestas, que están precisamente para eso, para saber lo que la gente piensa y dice.

La repentina pretensión de que los partidos no deben usar las encuestas para tomar decisiones de estrategia electoral resulta enternecedora y pintoresca. Sobre todo cuando viene de quienes las piden y las escrutan como quien consulta a la bola de cristal o al echador de cartas.

Lo cierto es que si éstas fueran unas elecciones primarias de verdad, si en ellas el censo electoral no fuera de diecisiete mil militantes sino de un millón de votantes del PSOE, ganaría Trinidad Jiménez con mucha claridad. Y esto lo sabemos todos –incluidos quienes apoyan a Tomás Gómez.
Pues bien: yo, que en un Congreso voté a Tomás Gómez como secretario general y que soy miembro de su Ejecutiva, he decidido que en estas primarias voy a pensar como un ciudadano que quiere que las cosas cambien. Y por ello voy a votar a Trinidad Jiménez para que intente ganar al PP y después gobernar en la Comunidad de Madrid.

La votaré porque cree y nos hace creer en la victoria.

La votaré porque es la mejor para hacer frente al peor problema que ha creado el PP a los madrileños, que es el deterioro de los servicios públicos.

La votaré porque la política madrileña necesita dosis masivas de diálogo, respeto y cooperación institucional, y esto es lo que tendremos si Jaime Lissavetzky es Alcalde de Madrid y Trinidad Jiménez Presidenta de la Comunidad. No sólo un tándem para ganar, sino también u tándem para gobernar, lo contrario de lo que hoy pasa.

La votaré porque a día de hoy su único objetivo político es ganar estas elecciones. Cualquier otro interés personal –y puede decirse lo mismo de Lissavetzky- hubiera estado seguramente mejor servido permaneciendo en sus puestos actuales. Ambos, Jiménez y Lissavetzky, tienen una cultura de partido que comparto.

La votaré porque no le parece que el apoyo de Zapatero haya sido algo valiosísimo ayer y sea algo sospechoso hoy.

Porque la conocemos y siempre ha demostrado un entusiasmo, una empatía con la gente y un compromiso con los problemas de los ciudadanos que a muchos nos hubiera gustado ver en Madrid durante estos últimos cuatro años, (y no sólo cuando se trata de defender una candidatura).

Y sobre todo, la votaré y la apoyaré porque creo que puede ganar. Y porque los socialistas se lo debemos a los ciudadanos progresistas de Madrid. Les debemos el hacer posible un regreso al futuro.